Cuando logré alcanzar el nivel intermedio de alemán pensé que hacer amigos sería más sencillo, pero lamentablemente no siempre fue así. En este artículo te contaré sobre mis anécdotas de éxitos y fracasos tratando de hacer amigos en Alemania.
NO ERES TU, ES FREMDBURG
Me emocioné mucho al llegar a “Fremdburg”. Recuerdo que era un día soleado cuando, con entusiasmo, salí a pasear. Como todo recién llegado al viejo mundo, quedé maravillado con la arquitectura de estilo europeo, el sonido del alemán y la gente que lo hablaba.
Todo iba bien hasta que, de manera inesperada, un niño —de unos 10 o 12 años— me mostró el dedo medio. Tomé la situación con humor y seguí mi camino. Días después, en el transporte público, tropecé accidentalmente con un hombre y me disculpé en inglés. Sin embargo, él comenzó a gritarme durante el resto del trayecto mientras los demás solo observaban en silencio. No entendía lo que decía, pero claramente no eran halagos.
Tras estas experiencias desalentadoras, inevitablemente, perdí las ganas de salir a la calle. Hasta que un viaje a Berlín cambió mi perspectiva. De manera inesperada, pero esta vez agradable, muchas personas fueron amables conmigo.
Si te lo preguntas, la ciudad de “Fremdburg” no existe, pero es posible encontrar zonas similares en muchas ciudades, incluso en mi admirada Berlín. Por eso, decidí ignorar esas malas experiencias y seguir adelante. Al final, que alguien me mostrara el dedo o me gritara solo podría afectarme si yo le daba demasiada importancia.
VIBRA LATINA
Como muchos recién llegados a Alemania, caí en la mala idea de alejarme del contenido en mi idioma materno, el español. Me empeñé en hacer todo en alemán, aunque aún no lo dominaba del todo. Inevitablemente, en algún momento me sentí aislado y ansioso.
Movido por la nostalgia y, sobre todo, por el estrés, emprendí la búsqueda de fiestas latinas para reconectar con lo que había dejado atrás. No solo encontré a otros latinos, sino que también conocí alemanes amigables y amantes del baile, con quienes conecté casi de inmediato y, además, mejoré mi alemán.
No soy especialista en temas sociales ni culturales, pero he asistido con frecuencia a fiestas latinas, especialmente de salsa y bachata, donde he hecho nuevos amigos. Lo que más me ha llamado la atención es que, además de latinos y alemanes, he conocido personas de muchas otras nacionalidades, todas unidas por la energía y la vibra latina.
AMISTAD CULINARIA
En mi mundo utópico y perfecto, todos serían empáticos y amigables, pero, lamentablemente, la realidad no siempre es así. Esto lo viví en uno de los pisos compartidos donde residía. No es que me trataran mal, pero podía notar cierto distanciamiento y saludos con poco entusiasmo.
A veces, algunos compañeros dejaban una caja de chocolates o fruta con un mensaje amistoso como gesto de camaradería. Sin embargo, cuando yo hacía lo mismo, casi nadie tomaba nada, así que al final terminaba con más chocolate solo para mí.
Todo cambió en Año Nuevo, cuando coincidimos en una fiesta en la que cada uno debía llevar algo para compartir. Decidí preparar pollo al horno con guarniciones de papa, aunque tenía la certeza de que casi nadie lo probaría y que, al menos, me quedaría comida para los siguientes dos días.
Para mi sorpresa, no solo se acabaron el pollo, sino que, aquella noche, la mayoría comenzó a derribar la distancia que había durado casi un año. Por lo que sí, por lo menos desde mi experiencia se pueden hacer amigos con comida deliciosa también.
EL HULK DEL ALCOHOL
Tal como en los cómics, en un piso compartido me topé con un “Hulk”. Lo llamé así no por su altura ni por su temperamento, sino por su drástico cambio de personalidad después de beber unas cervezas. Cuando estaba sobrio, era de esas personas que se quejaban por todo y apoyaban abiertamente el movimiento contra la migración. Ni mi comida ni mi empatía lograron romper esa barrera invisible que se manifestaba en sus indirectas y miradas poco amigables.
Un día, en una fiesta, sentí de repente cómo alguien me abrazaba y empezaba a bailar a mi lado. Era Hulk, pero ya “transformado”. De repente, se volvió amigable, comenzó a bromear y hasta me pidió que le enseñara algunos pasos de baile. Brindamos un par de veces y, por un momento, fue una persona completamente distinta.
Sin embargo, al día siguiente, cuando el alcohol se disipó, Hulk volvió a ser Bruce Banner. Su actitud amigable y abierta desapareció por completo. Hulk y yo nos cruzamos varias veces después de aquello y, en una ocasión, se abrió un poco y me contó sobre sus problemas. Pero nunca logramos tener ese mismo acercamiento cuando estaba sobrio.
AHORA SI ERES TU
Después de mucho tiempo, había adoptado una rutina en Alemania, y llegó un punto en el que, muy a mi pesar, me había acostumbrado a ser extremadamente práctico, incluso en mis relaciones sociales. Había caído en la equivocada creencia de que no necesitaba conocer nuevas personas y, al igual que la expresión alemana “zack zack”, quería hacerlo todo rápido y sin rodeos.
Casualmente, en ese tiempo participé en un programa de Buddies para estudiantes, donde aquellos con más experiencia apoyaban a los nuevos con información y recomendaciones para comenzar la universidad con buen pie.
Fue en ese contexto que conocí a un estudiante de intercambio croata, a quien ayudé en lo que pude. Sin embargo, él solía invitarme a tomar un café o simplemente a conversar, y yo, en mi afán de priorizar la practicidad, rechacé sus invitaciones una y otra vez. Hasta que un día me dijo con convicción: “Tú y yo vamos a ser amigos algún día”.
Lamentablemente, eso nunca llegó a suceder. Tiempo después, tras un periodo de reflexión, me di cuenta de que había sido un idiota, porque en su momento yo también había estado en busca de nuevos amigos. Eventualmente, seguí participando en el programa de Buddies, pero esta vez sí me permití formar lazos de amistad. Quizás en aquel entonces estaba demasiado sumido en mis propios problemas, al punto de haber creado un círculo de malas vibras. Por suerte, logré darme cuenta a tiempo del error en el que estaba.
CONCLUSIÓN
La verdad es que, como extranjero en Alemania, no siempre es fácil hacer amigos. Es posible que esto dependa mucho de la edad y, sobre todo, del nivel de integración cultural. Sin embargo, en lo personal, aconsejaría no tomarse todo de manera personal. Hoy puede que un alemán te mire mal, pero con el tiempo es posible construir lazos de amistad. Tal vez no con todos, pero siempre habrá un pollo al horno o un pasatiempo que ayude a romper ese muro de hielo que, en muchos casos, incluso nosotros, como extranjeros, también traemos desde casa.