Nuestro sentido del humor

Desde no hace mucho la oferta de comedia en español ha ido aumentado en Austria y Alemania y a mi manera de ver las cosas no solo se debe al idioma, sino a nuestro peculiar sentido del humor. En este artículo te contaré en mi experiencia como no todos entendían mi sentido del humor en Alemania y donde me refugié para seguir riendo.    

SCHADENFREUDE

En alemán, la palabra ‘Schadenfreude’ se traduce al español como el acto de experimentar placer o satisfacción ante la desgracia ajena. Por ejemplo, reírse cuando alguien se golpea el dedo del pie con la mesa o tropieza al caminar sobre la nieve.

Para muchos hispanohablantes, esto es motivo de risa, excepto en casos de peligro grave. Además, en mi opinión, otra característica que nos define es nuestra habilidad para reírnos de nosotros mismos, como cuando confundimos la sal con el azúcar al cocinar.

Debido a esto, me encuentro conteniendo la risa en estas situaciones porque he notado que puede resultar incómodo para algunas personas. Por lo que, he aprendido a seleccionar con quiénes puedo reírme espontáneamente sin temor a poder incomodar a alguien.

LA FRASE AGRIDULCE

En el contexto del movimiento en contra de los refugiados en Alemania, ¡una frase que se hizo muy común entre sus seguidores fue “Ausländer raus!”, que se puede traducir al español como “¡Fuera extranjeros!” o “Extranjeros, fuera”. Aunque yo no era un refugiado, sentí que esta frase de algún modo me afectaba.

Al mismo tiempo, solía asistir a los seminarios de STUBE para estudiantes extranjeros, los cuales incluían paseos por diferentes ciudades. Durante estos viajes en grupo en tranvía, éramos observados por muchos pasajeros.

No estoy seguro de quién fue el primero en decirlo, si fue Omar o yo, pero uno de nosotros pronunció la frase “Extranjeros, fuera” cuando nos tocaba bajar del tranvía, lo cual nos causó mucha gracia y se convirtió en nuestra frase recurrente al descender del tren. Sin embargo, al voltear, me di cuenta de que tanto algunos estudiantes como pasajeros encontraron el chiste muy inapropiado.

RISOTERAPIA Y PIZZA

Tanto Poncho, mi compañero de cuarto mexicano, como yo, coincidimos en el proceso de integrarnos a la cultura alemana y aprender el idioma. Vivíamos siempre con un presupuesto ajustado, y para apoyarnos mutuamente, solíamos cenar juntos los sábados. Nuestra cena típica consistía en una pizza de 2 euros y unas cervezas que compartíamos entre los dos.

Al principio, nuestras reuniones se asemejaban mucho a sesiones de terapia, donde comentábamos nuestras frustraciones y desafíos, ya sea relacionados con aprender alemán o nuestras experiencias amorosas. Sin embargo, llegó un momento en el que dejamos de lado la melancolía y empezamos a reírnos de nosotros mismos.

Quizás influido en parte por el alcohol, empezamos a tomarnos con humor situaciones como el hecho de que probablemente infundiéramos más miedo caminando por la calle de noche que cualquier otra persona, o que la ventaja de que nadie se sentara a nuestro lado en el tranvía era en realidad una comodidad disfrazada.

LA MESA DE AL FONDO

Cuando estaba aprendiendo alemán, solía asistir regularmente a los “Stammtisch” de intercambio de idiomas. Para aquellos que no estén familiarizados, un Stammtisch es una reunión informal en un lugar público destinada a dialogar sobre diversos temas. Para mí, también era una oportunidad para conocer a nuevas personas.

Disfrutaba mucho de los Stammtisch, ya que me permitían mejorar mi alemán. Sin embargo, con el tiempo, los temas de conversación se volvieron muy superficiales o repetitivos, como impuestos, clima, política y religión. Por lo tanto, solía aprovechar los últimos 40 minutos para reunirme con otros latinos y hablar sobre anécdotas divertidas o situaciones cómicas que surgían debido a nuestra falta de dominio del alemán. También competíamos para demostrar quién era el más creativo para sobrevivir en Alemania.

Durante esos últimos 40 minutos, nuestra mesa se convertía en la más bulliciosa debido a las risas contagiosas que nos hacían llorar de la risa. Por este motivo, siempre optábamos por sentarnos en el fondo del lugar para evitar incomodar al resto de los asistentes. Al final cuando regresaba a casa lo hacia de muy buen humor.

CONCLUSIÓN

En mi opinión, la mejor manera de afrontar cambios o momentos difíciles es mediante el humor, al menos así lo he experimentado como expatriado. Mirando hacia atrás, cada situación complicada por la que he pasado de alguna manera se ha vuelto más llevadera gracias al humor. Ahora, con eventos de comedia en español que reflejan nuestras experiencias, resulta aún más sencillo encontrar un alivio. Sin embargo, es importante recalcar que, ante problemas más serios, siempre recomiendo acudir a profesionales especializados.

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