Cuando la distancia duele y no logramos acostumbrarnos

En la vida de un inmigrante, hay un momento en el que la nostalgia pesa tanto que nos lleva a cuestionar el rumbo que hemos tomado. En este artículo, compartiré mis experiencias y las de personas que han superado este proceso.

DEL ÉXTASIS A LA ADAPTACIÓN

Al llegar al extranjero, quedé fascinado por un mundo nuevo de sabores, idiomas y culturas. A medida que todo se volvía familiar, también surgió una leve añoranza por mi hogar. Afortunadamente pude mitigar esta nostalgia al comunicarme con mi madre y conservando amistades de toda una vida.

Así fue como con el tiempo, lo nuevo se convirtió en parte de mi rutina. Aunque mantuve ciertos gustos personales de casa, adopté parte de esta cultura como propia. Además, formé grandes amistades en este lugar que ahora considero también mi hogar.

En mi opinión sentir nostalgia forma parte de todo proceso de adaptación en una nueva cultura, por lo que es normal extrañar lo que alguna vez pensamos era nuestro “ambiente natural”.

PASTILLAS DE DESAHUEVINA

Durante mi infancia, cada vez que cometía un error, mi padre solía decir sarcásticamente: ‘Ve a la farmacia y pide pastillas de desahuevina’, su peculiar forma de instarme a ser fuerte y hacer las cosas correctamente. Años después, ahora viviendo en el extranjero, a menudo me encontraba confiado en saber qué hacer, pero la nostalgia a veces me dejaba desmotivado.

Hubo un día en que tuve un accidente en bicicleta y durante un tiempo tuve dificultades para caminar. Fue este incidente el que me llevó a contemplar mi situación desde una perspectiva distinta, permitiéndome tiempo para reflexionar. Reconocí que sentir nostalgia siendo extranjero es normal, pero también comprendí la importancia de reaccionar y aprender ante estos desafíos.

Después de muchos años, mi padre me confesó que estaba consultando a un psicólogo. Aunque no compartió el motivo exacto, en lugar de repetir su famosa frase, opté por mostrar empatía. Comprendí que, a pesar de mostrar fortaleza exteriormente, tarde o temprano todos enfrentaremos situaciones difíciles.

JAVIER Y LOS VIDEOS

Javier, mi primer amigo peruano en Alemania, ya tenía una vida establecida con su esposa e hijos. A menudo, durante nuestros encuentros con unas cervezas, compartía sus experiencias, siempre acompañadas de sabias advertencias, algo que valoré mucho.

Hubo una vez que me confesó algo particular, el solía llegar del trabajo, abrir una cerveza y ver televisión peruana, incluyendo los anuncios comerciales. Esto solía entristecerlo hasta que su esposa le sugirió hacer unas vacaciones familiares en Perú.

Según él, tras ese viaje, regresó a Alemania revitalizado, retomando sus proyectos y su vida familiar. Al volver, se dio cuenta de que lo que extrañaba era su pasado, pero al ver que todos siguieron adelante, se alegró de haber hecho lo mismo.

LA MEJOR DECISIÓN

En cierta ocasión, tuve la oportunidad de visitar a familiares que vivían en Italia y durante nuestras conversaciones, mi tía compartió conmigo su dilema: seguir trabajando en Italia o regresar a Perú para cuidar a sus hijos.

Me abrí sinceramente y compartí mi experiencia personal, concluyendo con la frase ‘Me alegró haber enfrentado los desafíos junto a mi madre en lugar de haberlo hecho solo desde el principio’. Mi tía respondió con una sonrisa y luego cambiamos de tema. Tiempo después, ella decidió regresar a Perú junto a sus hijos.

En mi opinión, no hay una decisión mejor o peor en estas circunstancias. Quedarse o regresar puede ser beneficioso o perjudicial según lo que hagamos después de tomar la decisión. Al final tanto mi tía como yo valoramos el calor y la cercanía familiar por encima de otras consideraciones.

MI EPIFANÍA

Por casualidades de la vida, regresé a Perú después de mucho tiempo, llevando conmigo una amalgama de emociones. A pesar de ello, la alegría de reencontrarme con mi familia y mi propia cultura predominaba, la misma que en muchos momentos había extrañado profundamente.

Una vez de vuelta en casa, fue como revivir brevemente el pasado. Redescubrí la felicidad en aquello que antes me llenaba, al tiempo que tuve la oportunidad de cerrar capítulos personales que habían quedado pendientes. Sin embargo, gradualmente volví a experimentar nostalgia, esta vez por mi vida en Alemania.

Al final, después de compartir con mi familia lo aprendido en el extranjero y tras realizar numerosos cambios, me di cuenta de que ya no podría encontrar esa sensación de pertenencia completa, ya fuera en casa o en el extranjero. Sentía como si estuviera en medio de dos mundos y acepté esa realidad con mucho humor.

Conclusión:

En mi experiencia, los ataques de nostalgia son una parte común del proceso de adaptación, variando en intensidad según nuestra salud mental y nuestra capacidad para manejarlos. En última instancia, me gustaría recomendar la lectura del libro ‘¿Quién se ha llevado mi queso?’ de Spencer Johnson, el cual considero que se ajusta perfectamente a esta situación.

Suscribirte a mi Blog es GRATIS y de vez en cuando te enviaré postales además de novedades de la comunidad =)




3 comentarios en “Cuando la distancia duele y no logramos acostumbrarnos”

  1. Gracias por compartir tus experiencias! sin duda es reconfortante leer que no somos los únicos luchando contra esa nostalgia que sentimos… como bien dijiste, extranamos nuestro pasado. (pero ese ya no está allí tal como lo anoramos)

    1. Hola Paula,

      muchas gracias por dejar un comentario, si es verdad, y esto cuesta un tiempo entenderlo. Epero que estés bien muy bien y porsiacaso te deseo una feliz Navidad.

      Saludos desde Rosenheim

  2. Gracias por compartir tus experiencias! sin duda es reconfortante leer que no somos los únicos luchando contra esa nostalgia que sentimos… como bien dijiste, extranamos nuestro pasado. (pero ese ya no está allí tal como lo anoramos)

Deja un comentario

Tu comentario es valioso para el crecimiento de mi blog. Puedes hacerlo de FORMA ANÓNIMA y una vez aprobado por el administrador, se mostrará en el sitio. ¡Gracias por ser parte de esta comunidad!