Cuando tenemos que dar un Salto de fe y abrazar lo incierto

A menudo nos encontramos en situaciones inciertas, en las cuales debemos confiar en que todo saldrá bien. En este artículo, compartiré anécdotas personales y ajenas donde, de una forma u otra, se tuvo que dar un salto de fe.

EL SEÑOR DUEÑAS

La historia del señor Dueñas es una de las más inspiradoras. Un día, se presentó en mi casa buscando a mi padre para obtener una recomendación en su postulación al ejército. Sin embargo, mi padre no lo recibió y le pidió que regresara al día siguiente. Lo que no sabíamos era que Dueñas no tenía dónde dormir, así que decidió pasar la noche en las gradas del edificio donde vivíamos.

Quizás fue esta situación la que despertó la empatía de mi padre. Al final, recibimos al señor Dueñas, y mi padre lo ayudó a postularse al ejército, donde ingresó y construyó su carrera militar. Años después, me enteré de que el señor Dueñas había desempeñado diversos oficios anteriormente. Debido a muchas carencias, vio en la carrera militar una vocación y una luz de esperanza.

LA NOTA PERFECTA

Reconozco que memorizar no es mi punto fuerte. Al final del semestre, me enfrenté a malas calificaciones en el curso de “Historia del computador” que me hicieron avergonzarme de mi mismo. Mi esperanza residía en un examen de rezagados, pero solo aprobaría si obtenía un 20/20. Optar por no hacerlo significaría mi primer fracaso académico, así que estudié intensamente los días previos, incluso tras una noche de apenas dos horas de sueño.

Al presentar el examen, un profesor poco alentador me recibió con el comentario “¿y tú?, ¿para qué vienes? No lograrás en un día lo que no conseguiste en todo un semestre”. A pesar de sus palabras, respondí el examen lo mejor que pude. Al final, logré la calificación perfecta, lo que me demostró que a veces un último esfuerzo vale la pena.

DE REGRESO A CASA EN COMPLETA OSCURIDAD

En medio de violentas manifestaciones en mi ciudad, donde vehículos eran apedreados y transeúntes hostigados, mi padre y yo tomamos nuestras bicicletas y decidimos visitar a parientes en una zona muy lejana y peligrosa.

En la madrugada, tras una fuerte discusión y debido a la embriaguez de mi padre, nos vimos obligados a regresar a casa. Tuve que guiar a mi padre en la oscuridad, arriesgándonos a asaltos o ataques por parte de los manifestantes.

No tenía idea que camino seguir, pero afortunadamente, un auto de policía nos recogió a mitad del camino, y cuando la turba nos alcanzó, logramos escapar pasando desapercibidos entre los manifestantes, y finalmente llegamos a casa, con el amanecer, a las 6 de la mañana. Por suerte no nos sucedió nada.

EL EXÁMEN IMPOSIBLE

Una tarde, durante el examen final de programación en PHP, sentí que esta vez no habría un milagro que me salvara. De repente, el profesor dio por terminado el examen. Dado que todos mostrábamos resignación, el profesor decidió darnos hasta las 7 de la mañana del día siguiente para enviar nuestros programas y se despidió con un irónico: “¡Que tengan dulces sueños!”

En comparación con mis compañeros, yo era uno de los pocos que no tenía internet en casa. Salí disparado al café internet más cercano para descargar todos los manuales posibles. Programé en casa hasta las 5 de la mañana y luego me dirigí rápidamente al trabajo, desde donde envié mi examen, ya que era el único lugar con internet antes de las 7 am. Al final, fui uno de los 7 estudiantes que lograron aprobar, y, además, con una buena nota.

MI TIA GLORIA

Mi tía Gloria, en su juventud, inició estudios para ser enfermera, locutora y peluquera, pero no los concluyó por diversas razones. Un día, mientras ayudaba a mi abuela a vender en el mercado, surgió la idea de emprender su propio negocio.

Con dedicación, su primer negocio fue un éxito, pero la creciente competencia la llevó a explorar otras opciones. Decidió aventurarse en el negocio de cafés internet, a pesar de no tener conocimientos básicos de computación. Aunque inicialmente sintió temor de invertir en algo desconocido, todo salió bien.

Así como demostró interés en aprender nuevas profesiones, con el tiempo se involucró en emprender negocios de diversas categorías, saliendo airosa en la mayoría de los casos.

CONCLUSIÓN

Es inevitable encontrarse en situaciones en las que no sabemos qué camino tomar y, además, desconocemos si nos irá bien. En estos momentos, siempre tengo presente que lamentaría más no haber intentado algo que experimentar un fracaso. No obstante, también entiendo la importancia de no romantizar la idea de arriesgarlo todo sin considerar las consecuencias. En última instancia, todo se reduce a las decisiones que tomamos.

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